El sábado 4 de diciembre, el oso andino o de anteojos fue hallado y observado durante 10 minutos. Comió, descansó, se levantó y se fue.
Era como un punto negro en medio de los colores del paisaje de la yunga. El jucumari, oso andino u oso de anteojos que encontraron estaba comiendo bromelias. Luego, descansó cerca de una piedra. Poco después, se percató de que era observado, se levantó y se fue, mirando de cuando en cuando hacia atrás, donde estaban, a unos 60 metros, sus silenciosos observadores.
Solo se oía el click de la cámara que lo retrataba.
Fueron 10 minutos valiosos para los investigadores del Programa Jucumari de la Fundación Gaia Pacha, quienes trabajan en la conservación de esta especie en el norte de Tiquipaya, en Cochabamba, donde está parte del hábitat del único oso que existe en Suramérica. La principal amenaza de esta especie, catalogada como vulnerable, es la caza, es decir que lo matan porque, en algunas ocasiones, se come el ganado.
El desafío del programa Jucumari es aportar en mejorar la calidad de vida de comunidades locales para proteger al oso andino (Tremarctos ornatus) y la vida silvestre de su entorno. Busca combinar el saber local con el conocimiento científico a través de la investigación, capacitación, educación, difusión y emprendimientos sostenibles.
Durante su trabajo en las alturas de Tiquipaya, los investigadores vieron a los osos en dos diferentes oportunidades, una al principio del año, cuando empezó el proyecto; y otra, el reciente 4 de diciembre, justo para cerrar el monitoreo de 2021.
Los osos son trepadores y hábiles caminantes de las montañas. Durante los meses más húmedos del año, seguir su rastro puede ser difícil por las pronunciadas y resbalosas pendientes.
El pasado sábado, emprendió camino un equipo de seis personas, incluidos un guía local y un fotógrafo. La caminata no fue sencilla. Había dos montañas al horizonte y hacia ahí avanzaron. De una manera inexplicable, parecían presentir que encontrarían al oso de anteojos.
“Sabía que lo íbamos a ver”, describe Andrea Fuentes, la coordinadora del Programa Jucumari.
El guía local, Agustín Crispín, quien iba por delante, alertó con gestos, sin hacer ruido, que había uno y que era el momento de empezar a fotografiarlo.
La emoción del equipo fue contenida con las manos en las bocas para evitar espantarlo.
“Mantuvimos la vista en los binoculares (…). Nos quedamos hasta ver dónde iba el oso, y se escondió en una piedra. Esperamos, empezamos a caminar y nos fuimos acercando”, expresa Fuentes.
Parte del equipo se tendió al suelo para retratar cada movimiento.
Cuando todos estaban ya a unos 50 o 60 metros, el oso se dio cuenta, levantó la mirada y también los contemplo. Pero, decidió levantarse e irse, sin aparente molestia.
Era un jucumari completamente negro, su pelaje era saludable. Fue como un desfile.
Pero, el tema va más allá de solo la experiencia.
“El encuentro no tiene que ser con un oso, el encuentro tiene que ser con la naturaleza. Lo valioso de este encuentro es que el hábitat está lo suficientemente conservado en esa zona como para que esté el oso”, sostiene la Coordinadora.
ESPECIE PARAGUAS
Si se cuida el hogar del oso andino, se benefician muchas otras especies, que habitan en su entorno. El emblemático jucumari es la especie paraguas o sombrilla de parte de la puna (la montaña con lagunas) y los yungas (con bosques) de Cochabamba.
Las montañas son el hogar de muchas especies de animales endémicos y amenazados como el oso andino. También albergan importantes ecosistemas como los bofedales que son praderas de vegetación nativa que actúa como una esponja para retener el agua a lo largo del año.
Proteger el hábitat del oso de anteojos es también resguardar a especies amenazadas como el puma, el colibrí negro de lomo verde (el rayo de sol boliviano), los cóndores y otros, además de la vizcacha y el zorro andino.
CONFIRMACIÓN
El lugar dónde duerme, lo que defeca y sus alimentos son pruebas.
Aunque no siempre se puede observar al oso, existen suficientes evidencias que confirman que su hábitat está también en la parte norte del municipio de Tiquipaya.
“Si no hay bromelias, por lo general no hay oso”, explica Fuentes respecto al alimento del jucumari.
Las bromelias son una familia de plantas diversas y de gran valor ecológico para especies como el oso andino, ya que es gran parte de su dieta. En Bolivia, el 45% de las bromelias descritas son endémicas, solo existen en el país. Una de las más conocidas es la puya raimondi.
Los miembros del Programa suelen hallar la planta arrancada.
“Las agarra, las arranca, se come lo del centro y las deja casi ordenadas. Es muy fácil reconocer si estuvo ahí el oso”.
Las excretas también evidencian el alimento del jucumari.
Además, están los encames, los lugares que acomoda para descansar o dormir, a veces muy elaborados, con paja y otras plantas.
AMENAZAS
La especie está catalogada como vulnerable a nivel nacional e internacional, lo que quiere decir que, si no se implementan acciones para conservar su hábitat, podría pronto estar en peligro de extinción.
Su población se distribuye en países como Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia.
Fuentes manifiesta que la principal amenaza del jucumari es la caza, el conflicto con las comunidades porque se come su ganado de vacas. Por eso, el programa apunta a un trabajo coordinado con los habitantes de la zona.
Otras amenazas están relacionadas con su hábitat, como laa deforestación y el chaqueo, que podrían reducir espacios de bosque, lo que también afectaría a otras especies.
PRIMEROS PASOS
Con el objetivo de preservar el oso andino, que tiene reproducción lenta, de uno o dos oseznos cada dos años, el Programa Jucumari avanzó este año, por un lado, en el diagnóstico ambiental conociendo qué ocurre con la especie, dónde está y dónde no. Se confirma que vive ahí.
Por otro lado, hay avances en las relaciones de confianza con la gente de la zona, con una estrategia de conservación comunitaria y esfuerzos en la parte social
“Ya tenemos una relación de confianza se ha ido construyendo y se sigue construyendo”, dice Fuentes.
En la actualidad, su grupo meta son las mujeres, con quienes trabajan en un proyecto de tejidos, iniciativa que futuro pretende abrir mercados; buscarán el mecanismo de sostenibilidad.
SEGUIR LA HUELLA
Este año, el programa Jucumari marcó pasos importantes; y para 2022 ya adelanta el reto de la sistematización del conflicto y la búsqueda de salidas con propuestas que emanen de la misma comunidad.
Por otro lado, el Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos de Gestión y de Desarrollo Forestal y la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas contempla el Plan de Acción para la Conservación del Oso Andino de la gestión 2020-2025, que incorpora temas como la importancia ecológica y sociocultural para la conservación de la biodiversidad.
El equipo está impulsado también por el director de la Fundación, Rodrigo Meruvia; la asistente de investigación Sara Camacho, el fotógrafo Dennis Rengel, el asistente de investigación Gabriel López, la comunicadora Betzaida Vargas y la voluntaria Estefanía Paz.