Ha sido una tarea interesante observar cómo evolucionan (¿o mutan?) los rumores sobre las vacunas de COVID durante estos meses que han trascurrido desde que se introdujeron las vacunas por primera vez.
Al principio, muchos de los mitos existentes se basaban en el hecho de que no sabíamos gran cosa sobre las vacunas. Pero ahora hay mucho menos espacio para sembrar el pánico ahora que existen varias vacunas diferentes. Durante muchos meses, múltiples estudios han confirmado los datos de seguridad y eficacia que habían mostrado los ensayos iniciales, y el ritmo de vacunados sigue aumentando a velocidad de vértigo.
Hoy en día, estos mitos tienden a ser tropos antivacunas reciclados de campañas de desinformación de otras vacunas más antiguas, aunque muchos de ellos siguen circulando. Hablemos un poco de los más “populares”.
Mito: La vacuna puede darte COVID
Ninguna de las vacunas COVID puede provocarle una infección por COVID, por la sencilla razón de que ninguna de ellas contiene el virus (llamado SARS-CoV-2) que causa la COVID.
Hay algunas vacunas en el mundo que contienen una versión muerta o debilitada del microbio del que te están tratando de proteger. Pero ninguna de las vacunas COVID utiliza este mecanismo.
Las vacunas de Pfizer y Moderna solo contienen una parte de ARNm que nuestros cuerpos pueden usar para producir la proteína spike, una pequeña parte del virus. La inyección solo contiene el ARNm y otros ingredientes que ayudan al ARNm a introducirse en tus células. Esto significa que:
- No contiene el virus en sí.
- No contiene ninguna de las proteínas del virus.
- No contiene el ARN completo del virus, solo la parte que codifica la proteína spike.
Todo esto implica que no puede darte COVID por la vacuna. El virus simplemente no existe y tampoco participa en el proceso de producción de la vacuna.
La vacuna Johnson & Johnson se fabrica de manera diferente, pero tampoco contiene el virus SARS-CoV-2. En su lugar, utiliza un adenovirus modificado (similar al que causa el resfriado común) con un fragmento de ADN que codifica la proteína spike SARS-CoV-2.
Mito: La vacuna puede alterar tu ADN
El coronavirus tiene ARN para su material genético y nosotros tenemos ADN para el nuestro. Pero los dos no son intercambiables. Tu ADN estará a salvo.
Tu ADN vive en el núcleo de cada una de tus células, y nuestros cuerpos hacen copias de ARNm de nuestro ADN como parte de su trabajo diario habitual para mantenernos con vida. La vacuna de Pfizer o Moderna introduce un nuevo ARNm que en condiciones normales no estaría ahí, pero el ARNm no altera el ADN.
La vacuna de Johnson & Johnson contiene ADN, pero las células de nuestro cuerpo no permiten que el ADN viejo entre en el núcleo para convertirse en parte de nuestro material genético. Nuestras células se protegen a sí mismas destruyendo el ADN y el ARN que encuentran flotando por ahí, por lo que ni el ADN de esta vacuna ni el ARNm de las otras se queda ahí por mucho tiempo.
Eso sí, existen otros virus por el mundo, llamados retrovirus, que pueden producir ADN a partir de ARN y que, en algunos casos, pueden insertarse en el ADN. Pero eso no es relevante aquí porque el coronavirus no es un retrovirus. Utiliza ARN pero no sabe cómo producir ADN. El adenovirus utilizado en la vacuna J&J también carece de esta capacidad.
Ni el virus ni la vacuna involucran transcriptasa inversa, una enzima especial que es necesaria para producir ADN. Incluso si la transcriptasa inversa estuviera presente en la célula de alguna manera, ni el ARN viral ni el ARNm de la vacuna cuentan con los sitios de unión necesarios para que funcione la transcriptasa inversa.
Mito: La vacuna contiene ingredientes extraños
La lista de ingredientes de las vacunas es bastante simple y directa, y no contiene ingredientes que se consideren una amenaza significativa para la salud humana. La lista de ingredientes para ambas vacunas de ARNm solo contiene tres tipos de ingredientes:
- El ARNm
- Lípidos con nombres muy largos (estos son básicamente sofisticados aceites que forman la capa alrededor del ARNm)
- Azúcares, sales y/o reservas químicas
En la vacuna de Pfizer, la tercera categoría incluye cloruro de potasio, fosfato de potasio monobásico, cloruro de sodio, fosfato de sodio dibásico deshidratado y sacarosa. Quizás puedan parecer elementos científicos muy complejos, pero probablemente tengas al menos tres de ellos en tu cocina (la sacarosa, el cloruro de sodio y el cloruro de potasio). Aquí tienes la lista de ingredientes de la vacuna Pfizer al completo.
La vacuna de Moderna está formulada con diferentes ingredientes, pero con la misma fórmula. Además del ARNm y los lípidos, incluye trometamina, clorhidrato de trometamina, ácido acético, acetato de sodio y sacarosa. De nuevo, se tratan de ingredientes simples que son extremadamente comunes en medicamentos. Aquí tienes la lista de la vacuna de Moderna.
La vacuna de Johnson & Johnson contiene el adenovirus con la proteína spike del SARS-CoV-2, sales, etanol (alcohol), un conservante llamado polisorbato-80 y una sustancia química llamada 2-hidroxipropil-β-ciclodextrina que mantiene correctamente mezclados los componentes de la vacuna. Aquí tienes la lista de ingredientes de la vacuna Johnson & Johnson.
Incluso antes de que llegase la COVID, había mucha información errónea sobre las vacunas. Estos son algunos elementos que no están en las vacunas contra la COVID:
- Las vacunas contra la COVID no contienen aluminio ni mercurio.
- Las vacunas contra la COVID no contienen conservantes (excepto polisorbato-80 en J&J)
- Las vacunas contra la COVID no contienen células fetales.
- Las vacunas contra la COVID no contienen microchips.
Mito: Las vacunas contienen microchips
La idea de que las vacunas contienen microchips es simplemente falsa y no se basa en ningún elemento del mundo real.
Ya existen microchips inyectables, y seguro que tu perro o tu gato cuentan con uno. (Aunque realmente no hacen nada, ya que no cuentan con una batería; su único trabajo es indicar un número de serie).
Si alguna vez has visto un microchip de los que se inyectan, sabrás que ligeramente más grandes que un grano de arroz y que la aguja que los inocula tiene un tamaño mucho mayor. En cambio, las agujas que administran las vacunas son extremadamente finas (de menos de 1 milímetro de ancho). Podrás ver en las imágenes de gente vacunándose que la aguja tiene un tamaño completamente normal, así que nada de microchips.
Mito: Las personas vacunadas “emiten” el virus
Las personas vacunadas no representan ningún peligro para las personas no vacunadas. Hay una pizca de verdad en esto y es algo que sucede específicamente con unas pocas vacunas, como por ejemplo la vacuna oral contra la polio, que ni siquiera se utiliza en la mayor parte del mundo. Esta vacuna utiliza una versión viva debilitada del virus de la polio y por eso potencialmente puede infectar a otras personas.
Este tipo de vacunas pueden presentar un riesgo muy pequeño de diseminación del virus en circunstancias específicas, pero ninguna de las vacunas contra la COVID-19 son vacunas de este tipo.
La idea de que las personas que han recibido la vacuna vayan “emitiendo” el virus es algo completamente inventado.
Mito: Las vacunas contra la COVID afectan a la fertilidad femenina
Los ensayos para las vacunas COVID existentes excluyeron a mujeres embarazadas, por lo que tenemos datos limitados sobre su seguridad y efectividad durante el embarazo. Pero basándose en cómo funcionan estas vacunas, los científicos y los médicos dicen que no hay razón para creer que esta inyección sería dañina para las personas que están embarazadas, en período de lactancia o que planean quedarse embarazadas.
De todas formas, si estás embarazada o estás pensando en quedarte embarazada, habla con tu médico sobre los riesgos y beneficios que la vacuna COVID podría representar para ti personalmente.
Mito: La vacuna se ha desarrollado demasiado rápido
La vacuna se ha desarrollado rápidamente y se ha implementado y distribuido mucho más deprisa que cualquier otra vacuna en nuestra historia. Pero eso no significa que no esté más que probada o que se haya saltado algún paso.
Cada una de las vacunas se probó en un estudio de más de 30.000 personas, en el que la mitad había recibido una vacuna y la otra mitad no. En resumen, hay muchos datos que respaldan por qué se trata de una vacuna segura y eficaz.