César Guillermo T. P., de 33 años, fue condenado a 30 años de cárcel por asesinar a sus hijos de 3 y 5 años.
Durante su traslado a la prisión de Chonchocoro, sorprendentemente sonrió ante las críticas y gritos de repudio de la multitud. A pesar de la seguridad policial, algunas personas lograron golpearlo. Al ser presentado a los medios en la prisión, exhibió un rostro inexpresivo de culpabilidad.
Permanecía con una bata hospitalaria y sonda debido a autolesiones con el mismo cuchillo usado en el crimen. El entierro de los niños, asesinados a sangre fría, tuvo lugar entre el dolor y llanto, siendo la madre, familiares y otros quienes pidieron justicia. La madre, afligida por la pérdida de sus únicos hijos, clama por justicia, aunque considera insuficiente la condena de 30 años para su expareja, dada la irreparable devastación causada en su vida.