El adiós musical de Joan Manuel Serrat a México

Con un emotivo y multitudinario concierto en la Plaza del Zócalo, el cantautor catalán se despidió de México, el país donde vivió exiliado un año ante la censura franquista y al que considera su segunda patria.

Poco antes de la cita, miles de personas fueron llenando la Plaza del Zócalo de Ciudad de México. Ni siquiera la amenaza de lluvia mermó el deseo de los 80.000 seguidores de Joan Manuel Serrat, reunidos para verlo actuar por última vez sobre el escenario.

El espectáculo gratuito tuvo lugar la noche del 21 de octubre, como parte de su gira de despedida «El vicio de cantar, 1965-2022», iniciada en abril en Nueva York y que finalizará en diciembre en su ciudad natal, Barcelona, a unos días de su 79 cumpleaños.

«Ustedes habrán oído decir que estamos celebrando un concierto de despedida. No hagan caso, esto es una fiesta adorada que vamos a disfrutar todos. Así que aparten cualquier atisbo de nostalgia, de melancolía y piensen en que a partir de ahora absolutamente todo es futuro», dijo el intérprete antes de iniciar el concierto, visiblemente conmovido.

Unos ochenta mil espectadores esperaron bajo la lluvia en la Plaza del Zócalo para escuchar a Serrat.

‘Dale que dale’ fue la primera de más de una veintena de canciones de una velada de más de dos horas, que dio inicio a las 20:06 horas, marcada por una mezcla de alegría y tristeza a partes iguales, en la que el público no dejó de cantar.

Por la libertad

De padre catalán y madre aragonesa, Serrat nació el 27 de diciembre de 1943 en «la Ciudad Condal». Formó parte de la «Nova Cançó» (la ‘nueva canción’), movimiento cultural que buscaba la reivindicación de la lengua catalana en plena dictadura franquista, a la vez que denunciaba las injusticias sociales a través del arte.

En 1968, tras ser elegido para participar en el festival Eurovisión, días antes del concurso se le prohibió cantar en su lengua materna. Luego se le vetó en los medios de comunicación, su música se escuchaba de manera clandestina. Perseguido por la dictadura, años después se exilió en México, donde vivió un año, entre 1975 y 1976.Y siguió apostando siempre por la senstez y la madurez política.

El concierto mexicano tuvo como telón de fondo la Catedral Metropolitana, uno de los primeros templos católicos de la Nueva España. Incluyó ‘Cançó de Bressol’, dedicada a su madre, y ‘Pare’ (‘padre’), escrita hace medio siglo con un mensaje ecológico «para tomar conciencia de la necesidad de cambiar nuestros hábitos, si no queríamos dejar a nuestros hijos y nuestros nietos un planeta cada día más enfermo».

Las canciones de Serrat sonaron acompañadas de imágenes en la pantalla gigante del fondo, entre las que destacaron algunas de grafitis del artista urbano británico Banksy.

Haciendo referencia indirecta al cambio climático, uno de los grandes problemas de la actualidad, el músico y activista añadió: «me sorprende, me duele que todavía sea algo vigente». 

Entre las más piezas más coreadas estuvieron ‘Para la libertad’, mientras se proyectaban obras de Banksy, el enigmático artista británico, y ‘Hoy puede ser un gran día’, la cual tiene un significado especial para Paulina Aguirre.

«Cuando mi padre tenía un momento difícil ponía esa canción, eso le levantaba el ánimo. Murió el año pasado, por eso no podía dejar de venir a ver a Serrat, ya que él no pudo hacerlo. Era uno de sus cantantes favoritos, igual que (Joaquín) Sabina», dijo a DW la mujer, oriunda de Puebla, a unas dos horas de Ciudad de México. 

A lo largo de la noche también se escucharon ‘Pueblo Blanco’, ‘De cartón piedra’, ‘Hoy por ti, mañana por mí’ y ‘Tu nombre me sabe a hierba’, además de ‘Lucía’, ‘Barquito de papel’, ‘Mediterráneo’, con imágenes hermosas, pero también de un migrante intentando cruzar la valla fronteriza de Melilla, y ‘Es caprichoso el azar’, cantada a dueto con Úrsula Amargos.

Dos despedidas en México

Joan Manuel Serrat será parte del cartel de la edición 50 del Festival Internacional Cervantino, en la ciudad de Guanajuato. Este segundo concierto mexicano tiene lugar este domingo, 23 de octubre, en la Alhóndiga de Granaditas, donde el también llamado «Noi del Poble-Sec» (‘el chico del Pueblo Seco’) actuó hace unos años. 

«¿Ciudad de México o Guanajuato?», se le pregunta al mexicano Betto Arcos, conductor de la National Public Radio, uno de los medios más escuchados por la comunidad hispanoamericana en Estados Unidos. Vino desde Los Ángeles, para atestiguar «un momento histórico» para la cultura iberoamericana.

Sin chistar responde que el evento de la capital mexicana «tiene un significado emblemático por ser el corazón del país» y por realizarse en el zócalo, un lugar flanqueado por los vestigios de la capital azteca e imponentes edificios coloniales.

El zócalo es uno de los sitios más representativos de la historia de México.

En ese lugar, los asistentes, parados o en algunas sillas, no dejan de ovacionar a Serrat o corear sus canciones, algunas que hacen brotar las lágrimas por un pasaje personal o por sus letras.

En opinión de Agustín Correa, del Estado de México, colindante con la capital mexicana: «Serrat es un artista redondo (completo). Es un gran poeta, un cantante inmenso y un hombre que canta a lo duro o a las cosas más simples y bonitas de la vida».

Reconocimientos de alto nivel

Pasada la mitad del espectáculo, organizado por el gobierno de la capital mexicana, la lluvia cesa. Serrat sigue cantando a un costado del Palacio Nacional, donde un día antes se reunió con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

«Si no fuera porque tengo que ir a la montaña de Guerrero estaría en su concierto», publicó el mandatario en su cuenta de twitter, tras referirse al cantautor como «un ser humano excepcional, sensible. Una persona con mucha imaginación y mucho talento».

Con estas últimas funciones en suelo mexicano, Joan Manuel Serrat pone fin a 57 años de una larga carrera artística en la que no faltaron momentos difíciles, pero que le valió reconocimientos como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (2021), «una deuda de los españoles y las españolas», según dijo el presidente español, Pedro Sánchez, durante su entrega. «Sus canciones han pretendido siempre contribuir a la tolerancia dentro de la sociedad», además de fomentar «la convivencia, la libertad y el amor por el arte y la cultura de cientos de miles de personas».

La Plaza del Zócalo, durante el concierto.

Serrat puso música a los versos de Antonio Machado (1875-1939), como a otros poetas destacados, y creó ‘Cantares’, uno de sus grandes éxitos. Con él y con ‘Esos locos bajitos’ pretendía cerrar su despedida, pero el público no lo dejó.

«En esta vida inevitablemente todo lo que empieza tiene que terminar. Si por mí fuera estaría cantando hasta la madrugada. Pero más vale que mi agradecimiento quede escrito musicalmente», expresó el también actor, antes de obsequiar con ‘Penélope’ y ‘Sinceramente tuyo’.

La última canción escuchada, a petición de los asistentes fue ‘Fiesta’, cierre en México de la gira final que abarca 13 países de América y Europa.

Durante su estadía mexicana, Serrat convivió con el exilio republicano. Para ellos y otros tuvo palabras: «agradezco a toda la gente que me enseñó a conocer y entender este país y me permitió caminar con ella tantos años».

«Mi gratitud para con quienes puedo echarme un alipús (bebida alcohólica) y con quienes se fueron antes. No quiero discursos, más vale que mi agradecimiento quede escrito musicalmente», se despidió Serrat, tratando de contener las lágrimas.

(lgc)

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