Ana (nombre convencional) es una joven que cae fácilmente ante la invitación de compartir unos tragos y con el tiempo su organismo ha sentido algunos efectos adversos por la ingesta de alcohol. “Varios que entran a esto del trago pierden la habilidad de hablar correctamente… Más que eso, de conectar sus ideas, no sabe cómo expresarse. Te vuelves más despreocupado, olvidadizo, a veces desconoces tu propia casa… Llegas a un punto en que no reconoces ni a tu propia familia y lo único que queda es lo que te dicen al día siguiente.”
Entrevistado por el portal Urgente.bo. el médico Nielsen Rojas Azurduy, neurólogo especialista en tratamiento y desórdenes cerebrales y del sistema nervioso, identifica una serie de daños en aquellas personas que beben con frecuencia. Algunas de ellas son los siguientes.
Ana (nombre convencional) es una joven que cae fácilmente ante la invitación de compartir unos tragos y con el tiempo su organismo ha sentido algunos efectos adversos por la ingesta de alcohol. “Varios que entran a esto del trago pierden la habilidad de hablar correctamente… Más que eso, de conectar sus ideas, no sabe cómo expresarse. Te vuelves más despreocupado, olvidadizo, a veces desconoces tu propia casa… Llegas a un punto en que no reconoces ni a tu propia familia y lo único que queda es lo que te dicen al día siguiente.”
Entrevistado por el portal Urgente.bo. el médico Nielsen Rojas Azurduy, neurólogo especialista en tratamiento y desórdenes cerebrales y del sistema nervioso, identifica una serie de daños en aquellas personas que beben con frecuencia. Algunas de ellas son los siguientes.
admite que el alcohol a largo plazo le ha provocado las “lagunas mentales”. “Un día mi prima se topó con un vecino en la calle y le convenció de darnos una botella grande de cerveza. La terminamos. Y tuve aquel día una laguna mental. No podía acordarme de lo que pasó, pero acabé sin saber dónde estaba uno de los pequeños. Cuando volví en mí, vi que afuera de la casa había un coche patrulla y mi abuela me estaba gritando por no cuidar de mi primo. Él tenía ocho años de edad y no lo podíamos encontrar”, señala en su testimonio.