Este concepto nos hace apreciar lo difícil que lo ponemos: en algunos países se refieren a las doce, en otros a un poquito después, tal vez a las 2, pero por lo general a las 3 ya se considera tarde con todas sus letras
No es lo mismo medio día que mediodía, pero si piensas en lo segundo, tal vez te resuene una duda mucho más grande que la provoca a veces la gramática: ¿Cuándo es, exactamente, mediodía? No eres la única persona que se lo pregunta, ya lo hicieron hace siglos los romanos, y desde entonces parece que los días pasan y su mitad no está del todo clara.
¿Las 12? ¿La 1? ¿Las 2? No, las 3. El mediodía se produce a las 3 de la tarde (o del mediodía para ser exactos). Matemáticamente, este cálculo no tendría mucho sentido, pues si dividimos 12 horas, como la media de una jornada de luz, entre dos nos tendríamos que ubicar a las 6, pero ni tú ni nadie piensa que el mediodía sea a la hora a la que uno sale de trabajar, o se toma un café tardío, o está a punto de empezar con los preliminares de una cena.
Si bien es cierto que esto de la luz y sus horarios es relativo, pues varía en función de la localización geográfica, lo cierto es que es el mediodía el que nos hace apreciar lo difícil que lo ponemos: en algunos países se refieren a las doce, en otros a un poquito más adelante, tal vez a las 2, pero por lo general a las 3 ya se considera tarde con todas sus letras… Entonces, ¿de dónde viene esto del 3?
La crucifixión y las horas canónicas
Todo empezó en la antigua Roma, cuando los días se dividieron en cuatro períodos de tres horas cada uno: La primera hora era al amanecer, alrededor de las 6, llamada hora prima. Esta era seguida del siguiente periodo a partir de las 9, otro hasta las 12, otro hasta las 3 y el último hasta las 6 en este caso y ahora de la tarde.
Esta división se denominó como ‘horas canónicas’, con las que se buscaba señalar los momentos destinados a los rezos religiosos. En la Biblia, se dice que la crucifixión de Jesús tuvo lugar a la hora novena, y fue entonces cuando los fieles participaron en la segunda de las tres oraciones diarias; los otros eran por la mañana y por la tarde.
Es por ello que a la ‘hora nona’, en la iglesia católica, se llevaba a cabo una oración conocida como de ‘Misericordia’. ‘Nona’, del latín ‘nonus’, significa noveno. Si contamos, encontramos que entonces, la novena hora se situaba a las 3.
Del mediodía y la siesta
Más tarde, en la recién creada Europa, la sociedad tomó prestada la tradición del cronometraje, junto con la palabra latina para la hora novena, que en inglés antiguo, por ejemplo, cambió a ‘nōn’ y, finalmente, a ‘noon’, como se conoce en la actualidad.
En inglés, en español y en otros muchos idiomas, el mediodía se refiere a las 12:00. Sin embargo, en España, el horario solar ha sido precisamente el que ha ido derivando este concepto hacia adelante hasta establecer una especie de limbo temporal: el mediodía comienza a la hora que comas, y eso, con el horario de vida establecido en nuestro país, no es igual para todos, ni siquiera para una mayoría.
Las ‘horas canónicas’ fueron estipuladas en el siglo VI por San Benito de Nursia, religioso italiano fundador de la orden benedictina y las dispuso del siguiente modo:
‘Maitines’ (antes del amanecer), ‘Laudes’ (amanecer), ‘Prima’ (primera hora después del amanecer), ‘Tercia’ (tercera hora después de amanecer), ‘Sexta’ (las 12, hora del rezo del ‘Ángelus’ en tiempo ordinario o el Regina Coeli durante la’‘Pascua’), ‘Nona’ (la hora de la Misericordia), ‘Vísperas’ (tras la puesta del sol) y ‘Completas’ (antes del descanso nocturno).
También y de la misma forma, San Benito marcó entonces la norma de guardar reposo y silencio después de la “sexta hora”, lo que dio origen a lo que hoy conocemos como ‘siesta’. Antiguamente, este concepto se escribía como ‘sextear’ o ‘guardar la sexta’.
Aunque todo ello haya tomado formas muy distinta con el paso de los siglos, hay una cosa que no ha cambiado: los romanos se referían a las 12 como ‘meridian’, y nosotros, de algún modo, también lo seguimos haciendo.