La iniciativa aúna la práctica del taekwondo con técnicas de prevención y autocuidado. “La violencia no se resuelve con violencia, pero aprender a defenderse puede salvar la vida”, sostiene su fundadora.
«Tuve una relación en la que sufrí violencia”, dice la joven Juana Condori a DW. «Primero fue violencia psicológica y emocional. Luego fue avanzando”, continúa su testimonio. «Empezó a controlarme, luego ya era con gritos y con empujones”, describe.
«Yo pensé que todo esto era normal”, admite. «Pero luego de asistir al curso de «Warmi Power» me di cuenta de que era violentada, y decidí alejarme de mi pareja”, cuenta la mujer aimara.
Como ella, muchas otras mujeres bolivianas pudieron liberarse de las relaciones violentas en las que se hallaban inmersas, tras el proceso de «fortalecimiento interior y exterior” que les ofrece la iniciativa «Warmi Power”.
Mujer aimara aprendiendo golpes de autodefensa en el Valle de la Luna, La Paz, Bolivia.
Se trata de un curso destinado a mujeres («Warmi significa «mujer” en idioma quechua y aimara) de «empoderamiento y defensa personal”, que procura «prevenir y concientizar sobre el ciclo de la violencia”, según explica su fundadora, la psicóloga e instructora de taekwondo Laura Roca.
Laura Condori, participante de los cursos de «Warmi Power».
Porque «la violencia no se resuelve con violencia, pero aprender a defenderse puede salvar la vida”, aclara.
Y ciertamente, el foco no está puesto en patadas voladoras o llaves imposibles, sino en «el fortalecimiento de la autoestima y la autoconfianza a través de la defensa personal”.
Los orígenes del proyecto
¿Cómo nació la iniciativa? «Escuchando historias desgarradoras de mujeres que habían sufrido o estaban pasando por situaciones de violencia”, cuenta Roca a DW, «y también de mujeres que habían sido víctimas de diferentes formas de acoso y agresiones en la calle”, agrega.
Grupo de mujeres aimaras, entrenando golpes de codo con la instructora Kimberly Nosa, en el Mirador Virgen Blanca de la ciudad de El Alto,
«El machismo en Bolivia aún es muy fuerte”, contextualiza. «Por eso la urgencia de llevar este proyecto a las distintas comunidades, donde la violencia es naturalizada, y las mujeres nacen y crecen con distintos tipos de agresiones hacia ellas”, describe Roca desde La Paz.
Lidia Mayta, participante de los cursos de «Warmi Power» y futura instructora.
«Como mujer, sufrí violencia desde mi infancia”, cuenta Lidia Mayta a este medio. «En la escuela, mis compañeros me humillaban, por mis trenzas, por mi vestimenta, por ser pobre”, recuerda con tono pausado esta mujer aimara de 55 años, nacida en la provincia de Camacho.
«También en la calle me agredían”, continúa. «Los hombres no tienen miedo de pegarle a una mujer, aunque sea delito. Se creen superiores solo por ser hombres”, afirma.
Desde hace dos años acude al entrenamiento, y se está formando para ser a su vez instructora. «Compartiré mis conocimientos con aquellas mujeres que son vulneradas en sus derechos y que necesitan ayuda”, sostiene, serena y convencida de su meta.
En sus 6 años de existencia el curso ha alcanzado a más de 25.000 mujeres y niñas de diferentes comunidades del país, con diferentes modalidades según el caso.
Así, brindan el curso de manera itinerante para poder llegar a la mayor cantidad de mujeres, incluso de las comunidades más alejadas.
Kimberly Nosa y Laura Roca, instructoras de taekwondo y creadoras de «Warmi Power».
La tarea, sin embargo, no es sencilla. No solo porque no reciben financiamiento público o privado alguno, y «en muchos casos los recursos salen de nuestro propio bolsillo”, según comparte Roca, sino por cuestiones culturales que dificultan el desarrollo de los cursos.
«En algunos barrios alejados de la ciudad, cuando comenzamos, nuestras primeras clases estaban llenas, y cuando volvíamos semanas después, la asistencia era mucho menor. Y las mujeres nos comentaban que sus maridos les habían «prohibido” asistir”, relata Roca.
«Y esto porque entre sus amigos, hacían chistes como «ahora tu mujer te va a pegar”, «ahora vas a ser la mujer de la relación” y demás, refiere la psicóloga especializada en deporte.
Instructoras de «Warmi Power» junto a un grupo de mujeres aimaras, en el taller gratuito de autodefensa en la ciudad de El Alto. De fondo, la montaña El Illimani.
«Trabajar en prevención de violencia se ha convertido en mi propósito de vida. No quiero ver más mujeres violentadas, agredidas, sometidas. Quiero que las mujeres caminen seguras, y que la generación que viene no tenga que pasar por lo que pasamos nosotras”, afirma la fundadora y alma mater de «Warmi Power”.
Bolivia es uno de los países que presenta los índices más altos de violencia contra las mujeres. Casi 8 de cada 10 mujeres sufren algún hecho de violencia a lo largo de su vida, mientras que, en promedio, más de 100 mujeres son asesinadas cada año por su condición de mujer.
(cp)