México y Colombia lideran el ranking de la OCDE en maternidad prematura. La ausencia de educación sexual integral, así como la falta de oportunidades, son algunos de los factores que influyen en esta problemática.
«Esperanza estaba finalizando sus estudios, próxima a graduarse. No se le había identificado ningún indicio de ideas suicidas. Al momento del suicidio tenía más de 8 meses de embarazo. Ingirió phostoxin en su habitación. Dejó una nota dirigida a su mamá agradeciéndole la valentía de tenerla a los 15 años y de haberla sacado adelante. En la carta le pedía perdón porque ella no lo podría hacer con su hija». La historia de Esperanza, de 16 años, de Guatemala, es una de las tantas que reúne un informe de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), bajo el título, «Vidas silenciadas, una tragedia de la que no se habla».
El embarazo adolescente en Latinoamérica sigue en auge. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer que, en 2022, México y Colombia tienen la tasa más alta de embarazos en adolescentes de 15 a 19 años en relación con la cantidad de población. Una información que confirma Federico Tobar, asesor regional de seguridad de productos de salud reproductiva del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) para América Latina y el Caribe. «El 20 por ciento de los nacidos vivos son hijos de madres adolescentes, es decir, uno de cada cuatro», dice a DW.
La naturalización de la pobreza
Uno de los principales factores que desencadenan los altos índices de embarazos adolescentes en América Latina tiene directa relación con los elevados indicadores de desigualdad que aquejan a la región. Así lo explica también Amalia Alarcón, gerente regional de Programas Transformadores de Género e Influencia de Plan Internacional, quien apunta a cómo la falta de oportunidades, especialmente en zonas rurales, influye en la maternidad prematura.
«Existe un tema social, de normalización de estos embarazos. Muchas veces las adolescentes no tienen otra opción de vida o no han conocido otra opción de vida. Sus abuelas fueron madres jóvenes, sus mamás fueron madres jóvenes, sus primas y vecinas son madres jóvenes, por lo que se termina normalizado el embarazo adolescente en algunos casos, simplemente, porque no conciben la vida de otra manera», afirma a DW Alarcón.
En la misma línea, la directora ejecutiva de la fundación Juanfe, de Colombia, Rosana Venegas, critica la falta de apoyo que tienen las políticas públicas para abordar este tema, al no entender que no es simplemente un problema del ámbito de la salud, sino que, por el contrario, también están relacionados factores sociales y económicos. «El embarazo adolescente está completamente asociado a los niveles de pobreza y a la limitación y carencia de oportunidades. Más del 85% de las adolescentes y niñas que quedan embarazadas están en situación de pobreza, muchas veces extrema», indica en conversación con DW.
El riesgo que sufren las adolescentes
«Hay otro tema del cual no se habla y que es la relación de suicidios con embarazos adolescentes», sostiene Amalia Alarcón, de Plan Internacional. «Muchas chicas que se suicidan y que estaban embarazada, quedan en un subregistro horrible, porque no hay ni donde marcar en el reporte de la autopsia que estaba embarazada», agrega.
Y es que la presión y el daño emocional de las adolescentes que quedan embarazadas, ya sea por una relación consentida o por abuso sexual, es enorme. «Por eso hemos identificado lo esencial que es la reparación emocional», precisa Venegas.
Costos para los países
Federico Tobar, de la UNFPA, explica que muchas veces los países no toman en cuenta el problema de la maternidad prematura, si es que el nivel económico de las adolescentes es bajo. En otras palabras, creen que para las economías, el que una mujer de zona rural quede embarazada, no tendrá un impacto, por lo que se termina naturalizando la maternidad precoz para esas áreas del país.
Una percepción lejos la realidad, según esta división de las Naciones Unidas (ver gráfico). En términos simples, Tobar lo explica de la siguiente manera. «Desarrollamos un modelo econométrico para medir el costo del embarazo adolescente anual y lo que representa para los países es altísimo. Se puede comparar con el costo que tiene para un país la vacunación contra el COVID-19 o con mantener cerrado el canal de Panamá por más de dos meses», dice.
La importancia de la educación sexual integral
Los tres expertos con los que DW conversó coinciden en que uno de los principales factores para reducir los niveles de embarazos en adolescentestiene relación con la educación sexual integral. Sin embargo, es un reto aún difícil para Latinoamérica. «Lamentablemente, en nuestra región tenemos cada vez más dificultades con lo que es educación integral en sexualidad, que sabemos que es uno de los pilares fundamentales para prevenir. No solo embarazos adolescentes, sino también violencia sexual», asegura Alarcón.
Tobar, en tanto, agrega la importancia del libre acceso a anticonceptivos de larga duración y a mecanismos que faciliten la obtención de información sobre este tipo de métodos.
En la fundación Juanfe les dan también una nueva oportunidad a las adolescentes para realizarse como personas y para ser un aporte a la sociedad. A través de clases de educación técnica, las madres adquieren nuevas herramientas que les permiten ser parte del mundo laboral y alcanzar la autonomía económica.
Una oportunidad que, lamentablemente, no todas tienen, como Esperanza.
(ers)