Antes de avanzar, corresponde frenar cualquier alarma que se esté generando, algo en parte lógico luego de dos años de pandemia por Covid.
En julio de 2021 fueron noticia varios casos de una preocupante infección fúngica por el llamado “hongo negro”. El tema vuelve, con otra especie diferente, de la que esta semana fueron detectados por primera vez dos casos en la ciudad de Buenos Aires: el “superhongo” candida auris.
Dos expertos en micología consultados fueron enfáticos: este microorganismo no debe preocupar a la población general, cuyos recaudos, desde ahora, aun con un brote hospitalario, deben ser los mismos de siempre.
Esto es, lavarse las manos no menos que un par de veces por día, por razones de higiene general y dentro de lo lógico, como cada vez que uno llega a su hogar, cada vez que usa el baño y, claro, cada vez que abandona lugares «sensibles», como un centro de salud.
Los casos de candida auris detectados en una clínica porteña fueron los primeros encontrados en el país, aunque podría haber muchos más que convivan de un modo «amable» y «equilibrado» con este tipo de hongo. No es para generar alerta sino, al contrario, tranquilidad.
Una de las muestras aisladas viene de un paciente internado desde el 2 de octubre, quien había sido derivado de una clínica del exterior, trasladado en un vuelo sanitario y, actualmente, permanece internado.
El 18 de octubre se le realizó un urocultivo, que recién diez días después (porque la detección de los hongos, en general, es lenta y compleja) fue identificado como «candida auris», en un laboratorio privado.
La otra persona aislada «presenta una fístula de drenaje posquirúrgica y es tratado de forma ambulatoria en la misma clínica», señaló el informe del Ministerio de Salud.
Según pudo averiguar Clarín, uno de los casos tiene algunas complicaciones, pero principalmente porque, además del cuadro fúngico, se trata de un paciente con una infección bacteriológica difícil. El otro, avanzaría «positivamente».
Cómo es el hongo candida auris
«Auris» viene de la primera detección, en 2009, en un paciente de Japón que tuvo el hongo en su canal auditivo.
El meollo sobre este microorganismo es una afirmación que podría parecer paradojal, pero no lo es: candida auris tiene una alta tasa de mortalidad: 30 a 60 por ciento.
Sin embargo, «la población general no debería preocuparse. Las alarmas están dirigidas a los profesionales de la salud en el ámbito hospitalario para identificar correctamente el diagnóstico», subrayó (varias veces) Javier Afeltra, médico micólogo del hospital de Agudos «J.M. Ramos Mejía», quien además es docente de Microbiología de la Facultad de Medicina de la UBA.
Es que, si bien este hongo es altamente transmisible (persiste en las superficies) y es considerado multiresistente a los tres grupos de fungicidas que existen, el contagio se circunscribe casi sin excepción al ámbito hospitalario, en general, y un grupo muy específico y pequeño de personas, en particular.
¿Por qué esto es así? Porque en nuestro cuerpo existe una flora regular de hongos y bacterias: la llamada «biota», completamente funcional a nuestra salud. Muchas personas, en efecto, ya están colonizadas con este u otro tipo de «candidas» (una de las familias de hongos).
Podrían tener el hongo en las manos, en alguna otra parte de la piel, en los genitales, el ano, en el tubo digestivo… Ahora bien, estar «colonizado» con cierta candida no significa estar enfermo por ella.
Es por eso que los expertos dicen que candida auris es un tipo de hongo «oportunista».
Quiere decir que precisa un huésped «dispuesto» a dejarlo proliferar. Veremos cómo y cuándo ocurre esto.
Candida auris: un hongo oportunista
Afeltra explicó que «la mortalidad por candidas que pueden circular por el torrente sanguíneo e impactar en distintos órganos, generalmente es alta, pero está asociada no solo a la infección por el germen sino a que el paciente que lo adquiera esté en una situación clínica grave».
Es decir, «sujetos inmunocomprometidos, pero que además tengan factores predisponentes para desarrollar este tipo de candidiasis». Algo que, remarco, involucra a una minoría de personas.
El huésped, dijo, «debe estar en condiciones, es decir, predispuesto para darle cabida a la levadura, de modo que le pueda generar una infección o enfermedad».
Ahora bien, ¿a qué pacientes específicos les puede ocurrir esto?
A quiénes puede afectar el hongo candida auris
Afeltra explicó que el grupo más sensible son «quienes transitan un cuadro grave por algún motivo, o postquirúrgico, o están en terapia intensiva, ya que pueden tener catéteres endovenosos o sondas (artículos que predisponen este tipo de infecciones), y suelen ser tratados, además, con múltiples esquemas de antibióticos».
Desde el Centro de Micología del departamento de Micología, Parasitología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la UBA, María Teresa Mujica coincidió con su colega: corren mayor riesgo los pacientes internados, especialmente los más vulnerables y, también, el personal de salud en contacto con ellos.
«Esta levadura tiene la particularidad de adherirse a las manos del personal, a las superficies inertes como mesadas, camas de hospitales y persistir en el ambiente hospitalario donde se encuentran los pacientes con múltiples factores de riesgo», aclaró Mujica.
Esto es, detalló, «individuos diabéticos, con cirugías, pacientes con catéteres venosos, arteriales y sondas, o paciente con disminución del número de neutrófilos, entre otros ejemplos».
Contraer el hongo y que la colonización derive en enfermedad no parece tan simple.
Tampoco, evitarlo, ya que, paradójicamente, quienes más precisan monitoreo constante, de modo de recibir los tratamientos más específicos, son aquellos que, finalmente, estarán más expuestos a estas situaciones.
Pacientes con inumocompromiso y antibióticos
Entre los grupos endebles a infectarse por candida auris hay que sumar las personas con su sistema inmune debilitado o quienes vienen de ingerir grandes cantidades de antibióticos de amplio espectro.
La amoxicilina es un ejemplo claro, pero hay otros.
Se trata del tipo de fármaco que, en lugar de aniquilar bacterias en forma focalizada, actúa barriendo toda la flora bacteriana del cuerpo, y con ella, microorganismos esenciales para resistir el ingreso o proliferación de patógenos complicados, como, justamente, el hongo candida auris.
Esto podría parecer una digresión, pero es un capítulo directamente ligado al alza de cuadros graves culpa de patógenos «oportunistas».
Es que, son situaciones evitables. En muchos casos, el uso desmedido de antibióticos ocurre por automedicación; en otros, porque el propio personal de la salud no ordena el cultivo correspondiente, que desambiguaría el tipo de organismo que causa el problema (virus, hongo, bacteria, parásito…).
Afeltra insistió en este punto, que considera central: «No hay que automedicarse nunca. Tampoco aceptar los antibióticos de un familiar, por mucho que diga saber del tema».