El gran día de Kayley Stead estaba planeado para el 15 de septiembre, en el Oxwich Bay Hotel de Gales. La joven de 27 años había gastado unos 14 mil dólares para celebrar su casamiento con Kallum Norton con un mega evento. Pero esa mañana el sueño se hizo pedazos.
La noche anterior la pareja había arreglado no verse para respetar la tradición. Ella se fue a un AirBnB, celebrando con sus amigas más cercanas, mientras que el novio y sus padrinos de boda se quedaron en un motorhome cerca del salón.
Kayley amaneció feliz. Desayunó y recibió a la maquilladora, que para las 11 de la mañana ya la tenía preciosa como nunca. Faltaba una hora para la boda y fue entonces que sonó el teléfono. Atendió Jordie Cullen, una de las damas de honor, y del otro lado escuchó la voz del padre del novio…
En agosto del 2020 la pareja había decidido llevar su amor al altar, llevaban entonces algo más de dos años juntos y comenzaron a imaginar una fiesta completa en la que nada podía faltar. Gastaron mucho dinero para que la noche fuera perfecta. Tras dos años de preparativos, la fecha por fin llegó.
Kallum amaneció ansioso, tenso, algo no andaba bien. Salió del motorhome, le dijo a sus amigos y a su familia que iba a dar un paseo con el auto, pero las horas pasaban y no había novedades.
En crisis, la mamá del novio llamó a Kayley. «Ella estaba llorando y me dijo que él había ido a dar un paseo en coche en las primeras horas de la mañana y que se había ido», contó la joven a The Sun. Pero en ese momento no pensó que podría escaparse, lo conocía bien, sólo estaba un poco nervioso, iba a volver.
«Todavía tenía muchas esperanzas. A lo largo de nuestra relación él salió a caminar o a conducir para despejarse la cabeza muchas veces cuando estaba nervioso», explicó Kayley que confiaba en su hombre.
Fue la propia novia la que calmó a todos y continuó con los preparativos: «Durante un par de horas estuve segura de que él iba a venir y tranquilicé a las chicas. Sinceramente, no pensé que podría desaparecer”.
El teléfono suena. Jordie, que le había quitado el celular a la novia para evitar ponerla más nerviosa, contestó.
-«¿Hola?».
-«Soy el papá del novio. Llamo para decirte que él está bien, pero no va a venir. Lo siento pero está a cuatro horas de distancia».
Temblando, Jordie se acercó a la novia y le dijo que Kallum no vendría. Kayley lloró durante una hora.
Tenía los ojos hinchados de llorar, el maquillaje se había corrido por sus mejillas y el vestido blanco con el que se había imaginado entrando a su boda tantas veces, la miraba desde un costado, colgado en una percha. Pero algo la hizo reaccionar. Le dolía el alma pero no podía permitir que todo terminara así.
Fue al baño, se secó las lágrimas, se miró al espejo y se dijo: «Lo haré». Su corazón volvió a encenderse, le dijo a sus amigas que la fiesta no se suspendía: «Había gastado todo este dinero, esperaba con ansias la comida, un baile con mi papá, pasar tiempo con mi familia, entonces, ¿por qué no?», explicó.