Coordenada Digital/BBC
El ministro de Economía y Finanzas, Marcelo Montenegro, le dijo a BBC Mundo que «el elemento clave» que explica la baja inflación relativa en Bolivia es que «ha aumentado mucho la producción agropecuaria, especialmente del tomate y la cebolla, lo que nos está permitiendo tener elementos que moderan y mitigan los elementos inflacionarios».
La guerra de Ucrania, los problemas en las cadenas de suministro y los estímulos con los que los gobiernos respondieron al golpe de la pandemia han llevado el aumento de los precios a niveles que no se veían hace décadas.
En América Latina, el impacto de la subida es especialmente doloroso.
Según un informe reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), «para una región con unos niveles históricamente altos de desigualdad, la erosión de los ingresos reales debido al aumento del costo de los alimentos y la energía se sumará a la presión económica a la que ya hacen frente los hogares vulnerables».
El problema es tal que la inflación en las cinco mayores economías latinoamericanas ha llegado a su récord de los últimos 15 años.
Bolivia, posee un Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se ha mantenido sorprendentemente estable. Cuando las curvas de sus vecinos y de medio mundo se disparaban al alza, Bolivia llegó incluso a registrar una bajada de los precios del 0,1% de febrero a marzo de este año.
Mientras la inflación interanual se quedó en Bolivia en un magro 0,77% en marzo, el FMI estima que rondará el 10% para toda la región a final de año y las principales economías de la región se resienten por aumentos mucho más pronunciados. El vecino Perú (6,8%) y Ecuador (2,6%) también se vieron afectados en mayor medida. Y las estratosféricas cifras de Venezuela (284,4%) y Argentina (55%) quedan muy lejos de las de Bolivia.
«Es muy difícil de explicar que Bolivia tenga una inflación tan baja en este momento», le dijo a BBC Mundo Roberto Laserna, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), un centro de análisis con sede en La Paz.
Un boliviano fuerte
Al contrario de lo que sucede con las monedas de los países vecinos, sujetas a veces a fuertes variaciones en el tipo de cambio, la moneda nacional de Bolivia tiene un tipo de cambio fijo respecto al dólar estadounidense determinado por el gobierno de Evo Morales hace ya más de 10 años (US$1 = 6,96 bolivianos).
Mientras otros países de la región tuvieron que implantar mecanismos de control de cambio para sostener su moneda y hubo grandes divergencias entre el tipo de cambio oficial y el verdadero precio de la divisa estadounidense en la calle, en Bolivia se puede comprar y vender dólares libremente, y el tipo de cambio se ha mantenido gracias a que el gobierno lo sostiene inyectando en el mercado dólares de sus reservas.
Hugo Siles, economista y ministro de Autonomías con Morales, cree que «los inmensos recursos obtenidos a partir de la nacionalización de los hidrocarburos del expresidente Morales permitieron seguir una política de apreciación del boliviano que ha contribuido a la baja inflación».
La pregunta clave es por cuánto tiempo seguirá Bolivia beneficiándose de una excepcional estabilidad en los precios en un mundo en el que la inflación se ha convertido en el principal enemigo de los bancos centrales y una de las principales preocupaciones de la población.
El ministro Montenegro señala que el contexto internacional es «muy dinámico», lo que dificulta hacer previsiones, y señala que la política gubernamental de «sustitución de importaciones» ha permitido a Bolivia reducir hasta ahora su dependencia de proveedores externos de algunos de los productos que más se han encarecido, entre ellos fertilizantes.