Miguel, de 10 años, trabaja en las minas del Cerro Rico de Potosí. Entra dos veces por semana en socavones oscuros para extraer plata y estaño. Lleva una lámpara en su casco y carga pesadas bolsas de mineral, ganando solo 100 bolivianos por su arduo trabajo.
Una Realidad Compartida
Miguel no está solo. Alrededor de 300 mil niños y adolescentes en Bolivia realizan trabajos peligrosos o insalubres para sobrevivir. Muchos son cabeza de familia, manteniendo a hermanos o padres enfermos. Aunque ha habido una disminución en el número de niños trabajadores desde 2016, la situación sigue siendo crítica.
Estadísticas Alarmantes
Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que en 2019, aproximadamente 297 mil niños y adolescentes de cinco a 17 años (9,7% de esa población) estaban involucrados en trabajos peligrosos. Este número es menor que en 2016, cuando 393 mil niños (13%) trabajaban en condiciones prohibidas por el Código Niña, Niño y Adolescente vigente.
Necesidad de Acción
A pesar de las leyes que protegen a los niños de trabajos peligrosos, aún faltan medidas efectivas de prevención y protección social. Paola Vásquez, de Unicef, destaca la necesidad de garantizar que los niños puedan acceder a la educación, salud y seguridad, alejándolos de trabajos que vulneren sus derechos.