El COI aclara la norma 50.2, que prohíbe a los deportistas protestar en el podio. Sí permitirá gestos en la cámara de llamadas o en las presentaciones.
En mayo de 2020, Derek Chauvin asesinaba a George Floyd en Minneapolis.La rodilla del policía aplastaba el cuello del afroamericano durante una detención hasta asfixiarle y el movimiento Black Lives Matter (‘Las vidas negras importan’) tomaba las calles y llegaba al deporte. Desde el boicot de los jugadores de la NBA al parón en el US Open de tenis alentado por Naomi Osaka (esperanza de oro de Japón) o las muestras de solidaridad, rodilla en tierra, de equipos de fútbol de todo el mundo. Una revolución en toda regla que puede tener en unos Juegos su mejor escaparate y que motivó antes de la cita un debate que ha sacudido los despachos del olimpismo.
¿Qué pasaría ahora si un atleta, como hicieron Tommie Smith y John Carlos en México 1968, puño negro enguantado en alto, decide protestar contra el racismo en el podio? Sería también sancionado. Los dos atletas, adalides del Black Power, fueron expulsados. Está por ver si el Comité Olímpico Internacional se atrevería a ello en Tokio 2020.
La famosa «Norma 50.2» de la Carta Olímpica, el vademécum que rige el olimpismo, es clara: “No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ninguna sede olímpica”. Y eso no ha cambiado. La letra sigue igual, pero el espíritu, eso sí, es otro. Ayer, el Ejecutivo del COI aprobó un documento de aclaraciones sobre la norma. Por ejemplo, se permitirán gestos al salir de la cámara de llamadas (o áreas similares) o durante la presentación del deportista o equipo. Gestos, eso sí, que no vayan contra los principios del olimpismo ni atenten contra otros países o colectivos.
La Comisión de Atletas del COI, encabezada por la nadadora Kirsty Coventry, realizó el año pasado una consulta entre 3.500 deportistas de 185 países sobre la conveniencia de modificar la regla 50.2. Y una mayoría (70%) se mostró a favor de «preservar el podio, el terreno de juego y las ceremonias oficiales de cualquier tipo de protesta o demostración». Pero en Tokio no son descartables escenas como la de la clasificada lanzadora de martillo estadounidense Gwen Berry, que dio la espalda a la bandera en los recientes Trials USA al considerar que el himno es «irrespetuoso con los ciudadanos negros» y levantó una camiseta con la leyenda ‘Atleta activista’.La estrella de la velocidad Noah Lyles, que correrá el 200, lució un guante negro en su mano derecha en la misma competición. «Todavía estamos muriendo en las calles. El hecho de que no hablemos de ello porque se acerquen los Juegos no quiere decir que no suceda. Soy negro», recordó.
‘Caso por caso’
La Comisión de Atletas (órgano al que opta Pau Gasol en unas elecciones que se celebrarán en la Villa) recomendó también al Ejecutivo del COI examinar «caso por caso» cada posible infracción para «garantizar la proporcionalidad de las sanciones». Además, instó al presidente Thomas Bach a «explorar vías para que los deportistas puedan manifestar sus inquietudes durante los Juegos, respetando el espíritu olímpico».
Así, en Tokio se permitirá expresar opiniones políticas o sociales a través de las redes sociales, entrevistas, reuniones de equipo o ruedas de prensa. Para aleccionar a lo suyos, el Comité Olímpico de Estados Unidos, temiendo una cascada de reivindicaciones, ha editado una pequeña guía sobre la norma 50 para sus deportistas. La llama del Black Powell, una de las fotos más icónicas de los Juegos, sigue vivo 53 años después. Unos rescoldos avivados por el Black Lives Matter. Un fuego que crece y al que los jerarcas del COI temen enfrentarse. Igual en los Juegos de Tokio también hay foto-símbolo.