El ecuatoriano hizo el movimiento ganador a falta de 5 kilómetros para la línea de meta
El sueño terminó mucho antes de lo previsto. A falta de 90 kilómetros de meta, Alejandro Valverdeparecía decir adiós. Se descolgaba como nadie hubiera imaginado. Cariacontecido, rendido, abrasado… ‘El Bala’ se despedía de alguna manera del sueño olímpico, la carrera donde nunca pudo brillar en cinco ediciones, de manera gris.
Quizá el hecho de no haberse bajado antes del Tour igual que hicieron otros como Vincenzo Nibali pudo afectar a la aclimatación de un astro al que no hay que negarle la capacidad para seguir ilusionando a los aficionados a sus 41 años.
En 2020 se asomó al abismo, pero este curso renovó la fe de los más incrédulos gracias a dos triunfos (GP Indurain y una etapa en Dauphiné) además del tiro al poste en el Tour. El Bala, como el Cid, pudo reengancharse una vez ‘muerto’ en el descenso del Fuji pero su bajón no hacía presagiar nada bueno.
Hasta el momento en el que se quedó, la carrera estuvo marcada por una exótica fuga de cinco aventureros formada por Dlamini, Kurkle, Juraj Sagan, Tzortzakis y Aular. Su ventaja estuvo por encima de los 20 minutos, algo impensable en una prueba de esta categoría y de un día, pero fue.
Evenepoel monta el lío
A falta de 50 km, Evenepoel encendió la moto. Nibali, el que mejor lee las carreras, y Dunbar se sumaron a su convoy. No duró demasiado la aventura. En el ascenso al Mikuni Pass es donde todos se quitaron la careta. Italia aceleró el ritmo en el descenso y, a medida que se iban subiendo metros, se iban quedando cracks.
Los españoles, de los primeros. Cuando más tensa estaba la carrera, el niño Pogacar saltó buscando coronar en solitario. Woods y McNulty se agarraron a su rueda, soñando con las medallas. Aún quedaba mucho. Van Aert sabía que presea pasaba por resistir al Mikuni. Se dejó todo en el ascenso torturando a escaladores, en principio, más fuertes que él. Al esfuerzo le sirvió para conectar con los de delante.
Que todos le dejaran la tostada poco le importó a Carapaz, que se despegó de McNulty -con quien viajaba adelantado- a falta de 5 kilómetros para la línea de meta. Su movimiento fue de oro. Van Aert y Pogacar, por ese orden, le acompañaron en el podio.
Carapaz: «Este es un oro que se va a recordar por siempre»
Tratnik quien, casi él solito, la redujo sin mayor miramientos.
Richard Carapaz, que se proclamó campeón olímpico de ciclismo en ruta este sábado en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aseguró a EFE que este es «un oro que se va a recordar por siempre», el tercero del deporte ecuatoriano en una cita olímpica. «Es algo increíble, para mí país es algo muy importante, un oro que se va a recordar por siempre, ser parte de ese pequeño grupo de deportistas que lo ha podido conseguir es algo muy grande, que va a quedar en la historia de mi país, de mi vida», aseguró a la Agencia EFE el recién proclamado campeón olímpico en la pista del Circuito Internacional de Fuji, donde acabó la prueba.
Carapaz llegó en solitario a la meta tras atacar a falta de 5,9 kilómetros del final al estadounidense Brandon McNulty, y estuvo acompañado en el podio por el belga Wout Van Aert, medalla de plata, y el esloveno Tadej Pogacar, bronce. La medalla del ciclista de El Carmelo (Carchi, Ecuador), es la tercera del deporte ecuatoriano en unos Juegos Olímpicos. Antes que él, sólo otro ecuatoriano había subido al podio olímpico: el atleta Jefferson Pérez, campeón de 20 km marcha en Atlanta’96 y plata en Pekín 2008.
Fuente Marca